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GOSOY. Revista del Centro Lacaniano de Investigación en Psicoanálisis

 

Presentación

 

 

Aliber Escobar

 

 

Gosoy, la revista del Centro Lacaniano de Investigación en Psicoanálisis (CLIP), es una publicación sui generis. No sólo porque, por su naturaleza y función, no puede ni pretende regirse por las directrices tradicionales de una revista académica, sino porque pone en acto y a prueba la pertinencia y eficacia de un programa que, desde su fundación, ha tenido como objetivo principal formar investigadores cuya relación con el psicoanálisis sea como una praxis que –además de darnos “la posibilidad de tratar lo real desde lo simbólico” (Lacan, 1999, p. 14)– nos implica. De ahí que la producción contenida en este ejemplar exponga no sólo el efecto de transición académica de sus miembros, sino la experiencia única del atravesamiento de un Programa de Formación en Psicoanálisis impartido dentro de una universidad, que no se reduce a una mera constancia de un saber referencial, sino a un escrito publicable que da cuenta de los efectos de una implicación subjetiva en una investigación académica.

Fue a partir de la pregunta sobre si la universidad “está dispuesta a reconocer al psicoanálisis alguna importancia en la formación […] del hombre de ciencia”, que Sigmund Freud elaboró una argumentación para justificar su pertinencia dentro de la institución (2007a, p. 169). Intención que, medio siglo después, Jacques Lacan pondría en crisis al constatar que el “universitario, […] por estructura, tiene horror al psicoanálisis” (2012, p. 435). Es decir, no quiere saber nada de eso que le hace gozar, y por ello recurre a la acumulación compulsiva y evasiva de saber objetivo, científico y referencial en el cual no se “encuentre” implicado. Aunque, apenas unos años antes de su muerte, Lacan terminaría por refrendar el impulso de Freud, cuando imaginó que quizás en Vincennes esta relación sería posible (2012, p. 333).

¿Por qué, a pesar de haber comprobado el horror universitario al goce como un obstáculo y haber renunciado a ser un investigador en el sentido tradicional del término, al reconocer que la praxis psicoanalítica no consiste en buscar, sino en encontrar (1999, p. 15), consintió en la conveniencia de introducir el psicoanálisis en la universidad, al impartir sus seminarios tanto en la Normal Superior como en la Facultad de Derecho? Quizá porque sabía que por más inerte, repetitiva y enajenante que fuera, paradójicamente y desde su fundación, la universidad también había sido el lugar por excelencia para fecundar las ideas e interpelar a la comunidad académica e intelectual.

Ese mismo propósito nos ha inspirado a reavivar la voluntad freudo-lacaniana, al fundar un centro de investigación en psicoanálisis dentro la UACM. Mismo que, a partir de la advertencia lacaniana, hemos decidido sostener desde el campo del goce. Pues, al ser el rasgo más incompatible entre ambos discursos, es el único que posibilita mantener el “filo cortante de [la] verdad [psicoanalítica]” (2012, p. 247), al establecer las condiciones de posibilidad para oponernos al discurso universitario, combatir sus efectos e interpelar analíticamente a los intelectuales.

Por lo anterior, consideramos que ubicar el goce dentro de la universidad evita que el psicoanálisis se reduzca a un mero saber referencial, porque implica al sapiente. Operación que sólo es posible a través de un análisis personal. De ahí que, para sortear los obstáculos del discurso universitario en la investigación, sea preciso estar orientados por principios analíticos que nos permitan pasar de la repetición a la invención, de la identificación a la advertencia, de la búsqueda de lo universal al encuentro con lo singular, de la mortificación en la impotencia al asentimiento de la imposibilidad, etc.

En nuestro programa de formación hemos elegido cinco principios esenciales a través de los que pretendemos sortear las trampas del goce inherentes al discurso universitario. El primero es la disposición al encuentro, que exige que nuestro método esté enfocado en los “divinos detalles” más que en la demostración de hipótesis preconcebidas (Miller, 2010). En tanto estamos advertidos de que sólo si se renuncia a la lógica demostrativa del saber universitario se puede producir “una” verdad psicoanalítica como hallazgo.

Lacan estableció la rectificación subjetiva como una condición efectiva de la cura (2009, p. 571), que consiste en “pasar del hecho de quejarse de los otros para quejarse de sí mismo” (Miller, 1998, pp. 69-70). La rectificación es entonces una implicación. Y si la recuperamos como el segundo principio de investigación es porque advenir investigador en psicoanálisis sólo puede ser un efecto de la implicación en la propia escritura, que siempre se verifica a posteriori. Más aun, para un centro como el nuestro, circunscrito a una institución cuyas condiciones de producción de saber se encuadran en el discurso universitario, la implicación resulta imprescindible. Pues como la universidad sólo puede producir amos del saber referencial que ostentan un dominio extenso y universal, sin advertencia de sus implicaciones subjetivas, no hay forma de introducir el psicoanálisis sin ella.

Nuestro tercer principio es la precisión, que sirve para “estimular el deseo por lo nuevo, [y sortear el] goce de la repetición, que, según Jacques-Alain Miller, significa: encontrar lo mismo una vez más” (2010, p. 143); como suele suceder en las numerosas tesis, publicaciones y producciones universitarias. No es casual que Miller la considere la “virtud máxima de la investigación analítica” (2010, p. 142). Y eso explica la brevedad como exigencia y condición de posibilidad para los artículos incluidos en Gosoy. Pues, además de apostar por un encuentro en el que estemos implicados, se trata de producir un inédito a partir de la consecución de un deseo de investigar que rompa con las inercias universitarias.

En este punto es posible afirmar que la novedad en psicoanálisis adquiere una dimensión ética que articula todos los principios que nos orientan. Y a partir de la siguiente cita freudiana de Goethe: “Lo que has heredado de tus padres, adquiérelo para poseerlo” (Freud, 2007b, p. 159), es posible formular que si bien en cada sujeto hay algo arcaico e inconsciente que sobredetermina su devenir, en ello hay algo inédito que se hace consciente gracias al análisis y con lo que cada uno debe arreglarse; en tanto es estrictamente singular. Lacan subraya esa dimensión a través de la siguiente sentencia: “la única cosa de la que se puede ser culpable, al menos en la perspectiva analítica, es de haber cedido en su deseo” (1981, p. 379), misma que reivindica el deseo como impronta novedosa que indica el lugar singular que ocupa un sujeto frente al Otro y destaca la singularidad como un cuarto principio de investigación a considerar.

Por último, Miller sugiere que el método para el acto analítico a través del recibimiento de un paciente es similar al del recibimiento-elaboración de un proyecto de investigación (1998). Idea que Héctor Gallo y Mario Elkin Ramírez recuperan, para plantear una analogía entre una clínica del sujeto y una clínica social. Este paralelismo permite a los investigadores en psicoanálisis reconocer que la docta ignorancia entendida como “función operativa” practicada por el sujeto supuesto saber en el consultorio (2012, p. 80), también puede ser aplicada a los objetos de estudio en la universidad. De ahí que la consideremos un quinto principio que sirve para recular ante la búsqueda sistemática de la confirmación de lo universal ya presupuesto en cada caso. En tanto, al establecer una dialéctica entre lo sabido y lo no sabido, lo acumulado y lo nuevo, provee las condiciones para abordar aquello que hace único a cada objeto de investigación.

Una vez expuestos los cinco principios que consideramos indispensables para realizar una investigación psicoanalítica dentro de la universidad, será tarea del lector advertir si se han podido hacer patentes en las investigaciones publicadas en este número inaugural de nuestra revista. Pues, si como ya he señalado, nuestro objetivo ha sido establecer las condiciones para acceder a lo psicoanalítico y distinguirlo de lo universitario dentro de la institución, dependerá de su elucidación en los escritos y de sus efectos en los lectores, que en este primer intento hayamos logrado nuestro cometido, y que un programa de formación que –en sentido ético– se podría concebir como “anti-universitaria” sea comprendido, alojado y reconocido como “vivificante” por parte de una comunidad universitaria.

 

 

Referencias

 

Freud, S. (2007a). Obras completas. De la historia de una neurosis infantil (El «Hombre de los Lobos») y otras obras (1917-1919) / Sigmund Freud (2. Aufl 9. nd). Amorrortu editores.

Freud, S. (2007b). Obras completas. Tótem y tabú y otras obras (1913-1914) / Sigmund Freud (2 Aufl. 9. nd). Amorrortu editores.

Gallo, H., & Ramírez, M. E. (2012). El psicoanálisis y la investigación en la universidad. Grama.

Lacan, J. (1999). Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis: 1964. Paidos.

Lacan, J. (2012). Otros escritos. Paidós.

Lacan, J. (1981). El seminario de Jacques Lacan. L. 7. Paidós.

Lacan, J. (2009). Escritos (3a ed). Siglo XXI.

Miller, J.-A. (1998). Introducción al método Psicoanalítico. Paidós.

Miller, J.-A. (2010). Los divinos detalles (1a ed). Paid́os.

Miller, J.-A. (2010). Conferencias porteñas. Tomo 2 (1a ed.,1a reimpr). Paidós.

Profesor e investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Ha realizado estudios en comunicación, psicoanálisis y filosofía. Sus hallazgos de investigación han atravesado el Eros antiguo, la ética lacaniana y el modernismo político en el cine. Es coordinador del Centro Lacaniano de Investigación en Psicoanálisis (CLIP) en la misma institución. Correo: aliber.escobar@uacm.edu.mx

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